"NO PODÍA PASARME ESTO A MÍ" · (BORRADOR 2).

 

Ya terminaba octubre.
 
Nuestros teléfonos echaban humo. Estaba colgado por ella.
 
-¿Has escrito algo últimamente? Preguntó Sofía.
 
-Si, un relato en el que una mujer, Flora, engaña a su marido, Juanfran, con su jefe.
 
-Bueno, eso me suena, chavalito.
 
-Después de unos meses de infidelidad matan a Juanfran con un veneno, lo queman y vuelven a los días.
 
-Que miedo me das.
 
-Luego recogen los restos, se van a Millares, lo echan a la presa. Ella llora.
 
-¿Todo el rato?
 
-No, en algunos momentos cumbre como al tomar el saco del maletero, al echarlo, tras marcharse del pantano...
 
-Joder, tío.
 
-No digas que te da miedo. Bueno, dilo si quieres.
 
Oí una carcajada fresca. Podía sentir sus labios, la blancura de sus dientes, la suavidad de su piel, su perfume.
 
-Oye -le dije-, lo siento, pero te quiero.
 
La risa cesó.
 
-¿Eres una aventura?
 
-Creo que no... Te gusta escribir.
 
-Ya ya, pero eso no es todo. Mi novio, ¿qué? Salimos cuatro años juntos.
 
-Entiendo. Lo siento.
 
-No lo sientas, porfa, me encanta que me quieras -dijo ella-.
 
Tenía un problema. O más, muchos tal vez.
 
El libro Las Vueltas Que Nos Dió me tenía enmarronado y desde la fábrica apenas me llamaban para hacer horas. "Aquí huele a pobre", me repetía y me imaginaba con mi pelo deshecho en la Estación del Norte, recitando pasajes, guitarra, ropas de "clochard", bancos de estación, alcohol de garrafa y pensiones baratas.
 
-Vente a Paterna el sábado -dijo Sofía un jueves.
 
-Tu novio estará por allí.
 
-Vale, ¿y tú novia?
 
-No sé.
 
-Vente..., venga, lo pasaremos bien, ya verás. Habrá un mercado medieval este finde.
 
-¿Un qué?
 
-Mercado medieval. 
 
-No sé lo que es.
 
-Vale, no te preocupes. Tú ven, te espero a la entrada del pueblo, por el Sur, ¡Tú, Ribereño! Madre mía, que me guste un tío de La Ribera, que fuerte.
 
-Bueno, no me coloques en la media de la Ribera, hazme el favor.
 
-Si si, que eres único y todo eso. Ya me lo has dicho. No te preocupes que no soy tonta, escritor.Tú ven. 
 
Aparca el coche en la entrada y subimos hasta la Plaza del Calvario. Es un lugar precioso.
 
-A las seis termino de trabajar.
 
-¿Nos vemos a las siete y media?
 
-Si -noté un temblor de mi voz- Tengo muchas ganas de verte, aunque sé que es un riesgo.
 
-No seas dramático que no va a pasar nada. Tú eres solaiun amigo escritor. Disimula y ya está.
 
-Joder.
 
-Yo también tengo ganas de verte y charlar contigo, estar a tu lado..., tío, ¡cállame!
 
-Vale, te quiero Sofi, niña nos vemos el sábado. Cuelga, venga.
 
-No -dijo ella-, cuelga tú.
 
Y así. Ya sabes.
 
Colocarme su chaqueta. Oler su cuello, su pelo. Quería que llevase mi ropa. Escribir con ella que no había nada mejor. Acariciar sus pendientes, su nariz, su párpado besarlo, sus hombros. Intercambiar su collar de plata con chapitas militares por el mío de Def Con Dos. Tenía un suéter negro -de punto inglés- de ella en mi casa, descansaba sobre la silla de mi habitación. También llevaba en la muñeca izquierda, la que muchos años después me destrozó un perro, un par de pulseras suyas.
 
Qué ganas de verla y salir de aquí.
 
Lo malo es que no sabía si me alcanzaría la gasolina para la ida y vuelta.
www.angeljgarcia.com
 
Continuará...(BORRADOR 3).

Comentarios